Hace ocho años era sencillo: las palabras clave se colocaban en la etiqueta Keywords para indicarle al buscador cuáles eran aquellos términos por los que queríamos aparecer en los resultados de búsqueda. En esa etiqueta se escribían todos los vocablos que quisiéramos, separados por comas. Los más “listillos” empezaron a atiborrar esa etiqueta con un sinfín de palabras para aparecer en el ranking de Google por los más variados tipos de búsquedas; llegaron a poner keywords como “sexo”, “Dios”, etc., es decir, colocar en ese “meta-tag” palabras que incluso no tenían nada que ver con nuestra web, pero que eran muy tecleadas en el buscador; el objetivo era conseguir visitas a toda costa.
Llegó el día en que los de Google se dieron cuenta del comportamiento de los “abusones”, y decidieron que no era de recibo que el usuario buscara una cosa y le apareciera otra. Por lo tanto, en 2009 Google anunció que la etiqueta Keywords no volvería a ser tenida en cuenta por el robot de búsqueda.
A partir de ese año, las palabras clave debían colocarse de otra forma dentro de un sitio web, repartidas de forma estratégica para destacarlas de cara al buscador. Son varios los sitios de una página en los que conviene situarlas; los que más cuentan para Google son los siguientes:
Cumpliendo estas normas ya tenemos bastante garantizado uno de los factores que más influyen en el posicionamiento.